domingo, 25 de septiembre de 2011

Muros

Siento que no tengo inspiración, que estoy atascada. Llevo todo el día intentando pensar, intentando reflexionar sobre algo, pero estoy bloqueada. Hay algo que acapara toda mi atención. Me siento incapaz de pensar en nada, no soy capaz de abrir la mente. Hoy soy incapaz de pensar en otra cosa, y ni siquiera estoy pensando en ello. Únicamente lo estoy analizando. No intento averiguar el por qué, únicamente lo miro desde una perspectiva exterior, un análisis completamente matemático. No siento, no pienso. Según Descartes en estos momentos no existiría porque según su fórmula de “cogito ergo sum”, como no pienso, no existo.
Estoy apática, llevo todo el día haciendo, deshaciendo, rehaciendo la misma cosa, absurdo, algunos dirían que una pérdida de tiempo. Llevo todo el día contradiciéndome, y sinceramente no logro entender el por qué, tampoco he tratado de averiguarlo, no tengo ganas.
Es como si todos los muros que un día creé se fueran derribando poco a poco. Aquellos muros que durante tantos años fueron tan eficaces, han ido agrietándose poco a poco, algunos han caído, otros luchan por mantenerse en pie, tratando de mantener separado aquellas cosas que un día decidí encerrar, poner al margen.
Un día cierras una puerta con una llave, escondes la llave y tratas de no abrirla nunca. De repente un día encuentras la llave, abres la puerta por simple curiosidad y te encuentras lo que escondiste en esa habitación. Al principio te hace gracia recordar, luego descubres por qué encerraste todo aquello, y te arrepientes de haber abierto la puerta, sales corriendo y la cierras. Pero esta vez, escondes la llave mucho mejor e incluso pones un cartel para quedarte fuera y asegurarte de que nunca la volverás abrir.
Es una habitación más, que está ahí, no la puedes quitar, ni retirar. Es algo con lo que vives. La ignoras, haces como si no existiera pero ahí sigue es algo inevitable. Siempre te queda la opción de mudarte de casa, pero no es tan fácil, tendrías que renunciar a todo lo que un día construiste, y habría que volver a empezar de nuevo. Sería inevitable  no pensar que todo fue en vano. Y aparecerán nuevas habitaciones que querrás derribar, y ¿Qué? ¿Otra vez a cambiar de casa?
Y ¿qué ocurre cuando llega el día que coges un martillo y te pones a destruir paredes?, ¿por qué no puede desaparecer?, simplemente quedarse atrás, ¿por qué no puedes destruir la habitación, y hacer como si esa casa desde el principio tuviera menos habitaciones? Una vez leí que hay maletas demasiado pesadas para llevarlas uno solo, que a veces es necesario que alguien te ayude a llevar esa maleta. Pero qué difícil es pedir esa ayuda para transportar la maleta, todos nos creemos sansones, nos creemos fuertes. A nadie le gusta pedir ayuda; Probablemente sea cuestión de orgullo. Todos creemos que podemos con todo. Solos, en solitario. Tal vez sea la sociedad actual la que hace que predomine este pensamiento. El simple hecho de que ya prácticamente nadie hace las cosas por ayudar al prójimo, que ahora lo que predomina es el interés propio, es un: “yo te ayudo con tu maleta, si luego tu me ayudas con la mía”. Trabajo en equipo le llaman algunos, pero ¿es realmente eso lo que nos intentan enseñar?, yo creía que lo que intentaban promovernos desde pequeños era ayudar al prójimo sin esperar a cambio nada más que satisfacción personal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario