martes, 22 de noviembre de 2011

Complicaciones innecesarias

No sé me da bien escribir, lo reconozco.

¿Pienso? Sí, demasiado.
¿Me complico la vida de manera innecesaria? Probablemente.

Sé que no escribo bien, nunca lo he hecho. Siempre en vez de seguir el camino recto prefiero los caminitos de las mil curvas. Cambio el orden de las frases y las escribo de la manera más complicada que pueda realizarse.
No me gustan las cosas fáciles ni sencillas. Me aburren.

Y el sufrimiento me impresiona, lo admiro, me absorbe (desde fuera obviamente). Me atrae del mismo modo que un imán a un metal. Al igual que la felicidad absoluta. Supongo que por que son cosas que no logro entender y por eso me apasionan.

Entonces, ¿Por qué tengo que tratar de mirar todo por el lado sencillo, dejar de dar vueltas a las cosas, e ir por el camino fácil? ¿Por qué si me aburre?

Tomando cartas en el asunto

Queridas Maite y María:


Sin duda sabéis –pues habríais de ser ciegas, sordas y tontas– que estamos en plena campaña electoral. Quizá sea más acertado decir que la campaña electoral nos invade a nosotros. Y en este escenario, a estas alturas, os pregunto a bocajarro: ¿seguís teniendo fe en la política? ¿No estáis desencantadas? La democracia se asienta sobre la confianza de los ciudadanos, y creo que a día de hoy esta confianza peligra. Peligra porque nos dan serios motivos para desconfiar. Sin nombrar al pecador, este domingo he leído en la prensa que cierto alto cargo disfraza datos relativos a la situación económica del país. Es utópico pedir transparencia absoluta, pero en lo relativo a economía, qué menos, ¿no os parece?
Atentamente, Daniel.

Queridos compañeros:





¿Fe? Dudo que aún exista esa palabra en el ámbito político. La confianza se está deteriorando poco a poco. Decepción es la palabra que más pronuncian los ciudadanos, indignados, cuando se les pregunta acerca de ello. Desilusión y desencanto es lo que sienten al imaginarse la gran variedad de promesas políticas que van cayendo en picado. Pero no olvides, querido Daniel, que, como en todo, no puede generalizarse. Siendo cierto que hay motivos para desconfiar y pedir transparencia, también es verdad que detrás de la imagen despiadada y desconcertante de aquellos que salen día tras día en los medios, existe gente honrada. Gente que en nada se parece a ellos y en los cuales es posible creer. Tener fe.
Atentamente, María.

Queridos amigos:




No creo que se trate todo de un tema de confianza. Yo creo que el verdadero problema deriva en que el pueblo no se siente representado. En una sociedad donde predomina el pluralismo político, vergüenza me da que solo tengan importancia dos partidos, ¿Qué ocurre con el resto de fuerzas? En vano sirve darle un voto si te sientes identificado con él, porque no va a tener ninguna trascendencia. Y aunque solo haya dos partidos tampoco nos sentimos representados puesto que se dedican a ponerse la zancadilla los unos a los otros. Y yo les diría: “si no puedes vencer al enemigo, únete a él”. Pero no nos escuchan, ni se dedican a hacer política. No necesitamos que nos digan lo que está mal, eso lo sabemos todos. Queremos escuchar soluciones, propuestas para mejorar, no los defectos. Queremos ver colaboración, trabajo en equipo, no individualismos. Queremos ver al partido, no al político. Parece que se ha perdido el verdadero fin de la política, tratar de mejorar el país.

Atentamente, Maite.

Mis queridas compañeras:




Aquí ha salido un tema interesante: el bipartidismo imperante que sólo busca la paja en el ojo ajeno. ¿Os habéis dado cuenta de que son capaces incluso de maquillar su ideología y traicionar sus principios al estilo “grouchiano” con tal de oponerse al otro? ¿Es un bipartidismo de izquierdas y derechas? Cada vez cuesta más distinguirlos, porque nadie defiende su posición aportando ideas congruentes. Ya nadie hace propuestas, más allá de las estrictamente necesarias. Lo que se lleva ahora es el insulto. El desprecio. El destacar lo mucho que gasta el contrario. ¿Debate político o pelea de chiquillos en el patio del colegio?

Atentamente, Daniel.

Queridos Maite y Daniel:




Lleváis razón, los políticos demuestran una doble moral tremenda. Lo que menos importa es el desarrollo del país. ¿Credibilidad? Nula. ¿Quién va a creer en algo que nunca llega? Que fijen objetivos ciertos: qué quieren alcanzar en cada área en el plazo de cuatro años y con qué personal. No me parece tan difícil. Lo que falla es el control de resultados. Un mayor control de resultados incentivaría mayor esfuerzo entre los políticos. Pero coincidiréis en que no hay control, hay descontrol. Un profundo descontrol que lleva a una lejanía cada vez más acentuada entre políticos y ciudadanos. Y es que lo que está pasando en España es insólito. Mientras el paro aumenta, muchos de nuestros políticos defienden sus sueldos vitalicios. Me parece de todo menos serio. Y la culpa, en parte, es de los ciudadanos que están adormilados. Que se levanten y protesten, que se quejen, eso es lo que hace falta. Una “levadura para elevar la masa”, que dice Hessel. Y no, amigos, no me sirven los indignados.

Atentamente, María.



(Daniel Mata, María Garagalza y Maite Galán).

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Un paseo

"La búsqueda de los estilos de vida es la expresión codificada de la vida cotidiana".

Lunes 12:00 p.m. hace un día soleado, cielo despejado y una suave brisa veraniega, algo insólito para un 3 de octubre.

De camino a casa decido sentarme en un banco, dejar la mente en blanco y ver la gente pasar. Oigo voces que dicen: "Deja de perder el tiempo", respondo: "no lo hago, siéntate". Ves gente pasar, gente diferente, y todos por el mismo suelo, oyes el tráfico y te relajas. Te das 10 minutos más para disfrutar de esa placentera situación y comienzas el paseo.

Avanzas por la calle, y te topas con un grosero ejecutivo, traje impecable, móvil de última generación que se separa de su oreja y maletín. Se le ve estresado, anda deprisa y grita al aparato.

Más adelante, ¡vaya! Una estudiante, grandes ojeras, termo de café en una mano y mil libros en la otra; sudada y despeinada, se le ve agobiada, preocupada, algún examen. Va corriendo y no se detiene ni un segundo, no observa a nadie, tanto es así que se ha perdido la risa del niño pequeño que paseaba a su lado. Grandes mofletes y rechonchete, incapaz de para de reír. Aparece ese espíritu maternal que todos tenemos dentro. Madre joven sonríe y tararea una canción, se les ve felices, despreocupados.

Giramos a la izquierda y entramos en un parque, en uno de los bancos unas señoras mayores disfrutan del espléndido día, chismorrean y ríen, todas con sus bolsas del super. Tienen una pensión baja, dificultades para llegar a fin de mes, pero en vez de amargarse por ello, deciden reír, son felices. Admirable, algún día quiero ser como ellas.

Atravesando el parque, un señor de mediana edad sentado en un banco leyendo un libro. Con una gran sonrisa, probablemente en paro, y sin saber cómo sobrevivir a este octubre, pero decide despejarse. Sabe que hay caminos más fáciles, pero elige ser feliz aunque no se den las circunstancias óptimas.

Salimos del parque, llegamos a una concurrida calle de la ciudad, donde un gran cartel anuncia: "¡Bienvenidos al mundo del consumismo!" "¡Derrocha todo lo que puedas!" La gente corre de tienda en tienda como si del fin del mundo se tratase. Bolsas y más bolsas. Empujones y gritos. Trastos innecesarios que irán al fondo del armario, tendrán suerte si algún día ven la luz. La gente corre, empuja. Agobiante. A un lado de la calle, discusión madre-hija sobre la tienda a la que acudir y la cantidad de dinero a gastar. Eso sí, con 5 bolsas cada una. Justo enfrente, un inmigrante con un acordeón tocando música clásica, un buen acompañamiento para el magnífico día. Nadie es capaz de apreciarlo, disfrutar de ese sonido maravilloso. En el suelo un cartel donde pone "gracias" y algunos céntimos reposan a su lado.

Giramos de calle y ¡vaya! Una manifestación. Caras tristes, lágrimas por las mejillas y familias destrozadas que se preguntan el por qué ellos, en dónde fallaron o qué hicieron para merecer aquello.

Avanzamos un poco más y otro hombre en una esquina, este come un trozo de pan, no tiene dientes y se le ve en peores condiciones que el anterior. Nos acercamos y le preguntamos: ¿Qué es la vida? Responde: Un regalo, que pocos saben apreciar.

Justo por delante pasa un señor mayor, boina y bastón, cojea de una pierna, pasea, disfruta del bonito día y luce con orgullo su sonrisa desdentada.

Saco la llave y abro la puerta, huele a comida.

jueves, 10 de noviembre de 2011

.

"Siempre dije que sería más feliz sola. Tendría mi trabajo, mis amigos. ¿Pero alguien en tu vida todo el tiempo? No merece la pena. Al parecer, lo superé.

Dije que sería feliz sola por una razón. No era porque pensaba que sería feliz sola, era porque pensaba que si amaba a alguien y después se iba al traste, podría no recuperarme. Es más fácil estar solo, porque, ¿y si descubres que necesitas amor, y luego no lo tienes? ¿Y si te gusta y dependes de él? ¿Y si amoldas tu vida a él y después desaparece? ¿Puedes sobrevivir ese tipo de dolor? Perder el amor es como el daño orgánico, es como morir. La única diferencia es que la muerte acaba ¿Esto? Podría durar para siempre."



(Anatomía de Grey)

What is love?

Tantos escritores, poetas, cantantes hablan sobre amor. Todos hemos visto mil películas, leído novelas y hemos escuchado a nuestros amigos contarnos sus relaciones y sus desamores día tras día. Pero realmente no sabemos cómo hacerle frente. Es algo que cuando te llega, no sabes cómo aceptarlo. Nunca nos han enseñado cómo actuar respecto al amor. Nos han aconsejado, pero cada uno lo acepta de una manera.
Es algo que llega de repente, asusta porque nunca has sentido algo así. Una sensación nueva, incluso placentera. Pero a la vez, aunque te guste esa sensación, te aterroriza, porque es algo con lo que no estás familiarizado. Esa sensación, dejar que te impregne, que te absorba, que te aturda todos los sentidos, asusta. Te hace volverte frágil, vulnerable. El hecho de llegar a sentir que sería incluso capaz de matar por esa otra persona. El saber que dejas de pensar en singular, que en tus planes se impone el nosotros, ya te has ligado a esa persona. Tus prioridades cambian. Ocupa un lugar preferente en tus pensamientos, quieres pasear, ir al cine, pasar el mayor tiempo posible junto.  Esa persona sin darse cuenta se ha convertido en la persona más peligrosa de tu vida. La que más daño puede llegar a hacerte.
Amar es ser capaz de ser tú mismo y ser capaz de desear conforme a lo que tú crees. Siempre manteniendo tu independencia. Sentir, porque tú decides aceptar esos sentimientos incontrolables. No es que sea una experta en el tema, ya que me asusta el hecho de volverme tan vulnerable respecto a otra persona.
Tal vez esta cita describa a la perfección, o prácticamente, lo que siento por amar: “Amar es, no albergar más que un solo pensamiento, vivir para la persona amada, no pertenecerse, estar sometido venturosa y libremente, con el alma y el corazón, a una voluntad ajena y a la vez propia.” (Surco, 797)
Ahora cuando la gente dice te quiero, en realidad dice me quiero, y la otra persona contesta yo también me quiero. Ya no es la otra persona la que importa, sino uno mismo. ¿En qué momento de una relación, se perdió esa igualdad, dejó de ser la pareja como un conjunto, a ser dos personas individualizadas?
 Esto es muy utilizado por los hombres como una excusa para encontrar sexo. Mientras las mujeres ceden al sexo, buscando amor. Se conforman con pura palabrería. Pero el amor no son palabras, son actos. Las palabras se las lleva el viento.
Actualmente considero que ha habido una pérdida importante de ciertos valores. Ya no se ve el sexo como la entrega corporal y espiritual hacia otra persona. Ha pasado de ser un acto de amor, a ser un juego. Ahora es un juego en el que no importa quién sea la otra persona, únicamente se busca el placer momentáneo. Una filosofía hedonista en la que una vez acabada la partida, la emoción del juego requiere un nuevo jugador. Así sucesivamente tratando de paliar la falta de amor. Sé que esta posición es algo extrema, pero ¿Cómo se ha perdido esta entrega corporal y espiritual? En la televisión nos enseñan que el sexo es algo común, es algo normal, y que encima da una sensación grata. Incluso nos enseñan que no practicarlo es de raros. Que verlo como una entrega hacia otra persona es absurdo. Nos advierten de ciertos peligros pero no nos enseñan  cómo  debe sentirse una mujer consigo misma al entregar su cuerpo al primero que pasa. El cómo se vende en cierto modo por un poco de cariño. El modo en que se crea expectativas que probablemente nunca se cumplirán.
Esto está haciendo que todo sea algo meramente superficial, ya son pocos los que se molestan en profundizar. Ahora interesa la superficie, cuanto mejor cuerpo y más belleza mejor. “Un trofeo más grande.” ¿En eso nos estamos convirtiendo? ¿En trofeos? Sé que parte de esto se debe a la pornografía, o a los 10 modelos que tienen unos cuerpos de escándalo. Eso no es real, no existe. Nos enseñan esa pérdida de respeto hacia otra persona, y hacia uno mismo. ¿Cómo vas a respetar a otra persona cuando crees que ya has visto todo y no hay más? Esto degenera en que si no te gusta lo que ves, o si esa persona es demasiado recatada, cambias, te deshaces de ella, porque: “¿Por qué aguantar esto si tengo otras más fáciles? Total es solo sexo.”
Pero esta superficialidad hace que esté llevando a la gente a cambiar su aspecto. Operaciones faciales, aumentos de pecho, nalgas, hombres de 70 años como si tuvieran 55, reducciones de estómago, etc. ¿Por qué? ¿Por qué la gente ya no es feliz tal cómo es físicamente? ¿Por qué cambiarse el aspecto?
Porque nos venden la imagen de unas personas que no existen, de unas personas que estarían dispuestas a hacer lo que se les pidiera. Lo cual deriva en la pérdida del respeto hacia los del sexo opuesto. Así como la aceptación de uno mismo.

Fallo multiorgánico



Señores, a 10 días de las elecciones todavía no he logrado decantarme por ningún partido.


Tengo la ligera sensación de que una minoría de partidos, los únicos de los que oigo hablar, tratan de venderme una moto que no existe. Se dedican a hacerme promesas y más promesas pero que no tienen ningún fundamento. Como si las cosas fueran a cambiar de un día para otro. Igual hacen magia, ¿Quién sabe? Tampoco logro entender teniendo en cuenta la cantidad de partidos políticos que hay, ¿Por qué no puedo escuchar propaganda, ver publicidad y oír la moto que me intentan vender los demás partidos? Es como si un gran árbol no dejara crecer a las florecitas que nacen en su sombra. Pero tal vez es momento de que estas flores suban a la copa de este, y dejarles brillar.


Porque está claro que los dos grandes, desde mi punto de vista dieron un espectáculo lamentable por la televisión hace un par de días. Se remitían constantemente al pasado, analizaban y reanalizaban los mismos problemas una y otra vez como llevan haciendo desde que comenzó la crisis. También uno durante todo el debate buscaba las cosquillas al otro, tratando de ridiculizarlo, mientras que el otro, no hacía más que defenderse en vez de contraatacar dedicándose a insultarle. Me demostraron que no saben debatir, ambos se interrumpían mutuamente a lo largo del debate. Y creo que era el momento óptimo para enseñar al mundo sus propuestas de mejoras, sus soluciones a esta situación. Desgraciadamente no logré escuchar ninguna, me prometieron la luna, pero no como iban a arreglar el bache que hay debajo de mi casa. Tampoco entiendo cómo alguien promete hacer algo, cuando durante todo el tiempo que ha tenido para hacerlo no lo ha hecho. Es más ha permitido que nuestra enfermedad empeorara. No nos dió antibióticos y nos intenta hacer creer que nos los dará ahora. Adiós a la confianza.


Y si señores, estoy disgustada, decepcionada. Supongo que puede que espere demasiado de la política. Al fin y al cabo siguen siendo humanos, pero lo que creo que está sucediendo, es algo así como si un paciente fuese al médico con síntomas de apendicitis, y el médico no supiera diagnosticarlo. Son los políticos quienes tienen que motivar a la población, tratar de curarnos, son como los médicos del país. Y no sé si son capaces de mirar cómo están sus propios órganos, pero padecemos un grave fallo multiorgánico, dudo bastante que nos admitieran en la lista de donantes con tantos órganos fallando, algunos ya muertos otros camino hacia el fin. Y en vez de colaborar para tratar de destruir a la célula cancerígena, nos dedicamos a ayudarla a que nos destruya. 


¿Cuándo olvidamos que la unión hace la fuerza? No es momento para orgullos, ni competitividad, es momento para trabajo en equipo, todos debemos agachar la cabeza, y colaborar. Ayudarnos a curarnos. Tantos partidos, y que ninguno sea capaz de hacer política. Tenemos un serio problema. 


Nos fijamos en las desgracias ajenas creyendo que son peores que las nuestras, pero aquí en un país primermundista hay gente muriendo de hambre, hurgando en los contenedores por un bocado de pan. Y la gente capacitada para solucionar esto parece únicamente importarle unas malditas encuestas.


Una ciudadana decepcionada.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Mi punto de vista

Yo creía que la  Biblia trataba de decirnos que todos éramos iguales. Todos hermanos, hijos de Dios.
No logro entender por más que lo intento aquellos que utilizáis el cristianismo para ser superiores, creeros superiores, ser elitistas. Tampoco comprendo a aquellos que cada fin de semana, incluso cada día, se dedican a violar todos los principios cristianos uno tras otro, y siendo totalmente consciente de ello. Eso sí, luego se os ve sentados en primera fila cada domingo.
¿Cómo alguien puede tratar a otro ser humano, a otro igual como un desecho o cómo si fuese inferior?
Eso es lo que se hace. Cuando vas por la calle y ves a alguien pidiendo miras y piensas: pobre. En una milésima de segundo tu inconsciente sabe que ese señor ha vivido un infierno hasta llegar al país, para  cambiar a un infierno similar. Un segundo es lo que dedicamos a pensar en ello. Luego cada uno sigue a su aire. Claro que también están los que ni piensan en eso, los que  lo ven y le echan una mirada de desprecio pensando: argh, rata callejera.
Algo similar sucede con los inmigrantes, solo que es a otro nivel. Estos por el simple hecho de ser de color, o bien ser de un nivel económico inferior, parece que son inferiores. Como si fueran esclavos en el s.XVIII. Se les discrimina en algunos colegios, por el hecho de ser de color,  y lo que es aun peor por el hecho de ser pobres. O bien porque no consideran el trabajo de sus padres un trabajo apto para la sociedad. Os diré algo, esos padres han trabajo lo que nosotros nunca trabajaremos. Y han sido capaces de dejar toda su vida atrás, su familia, sus hogares, para poder dar algo mejor a los suyos. Llegan aquí viéndolo como el lugar de los sueños y esperanzas. Y se encuentran en un país donde se les discrimina por su raza, y encima no se les trata con respeto. Obviamente tienen los trabajos desechos, aquellos que ningún nacional quiere hacer porque consideran rebajar su nivel. Pero 30 años atrás los hacían bien contentos.
Pero consideran trabajar en una empresa un trabajo digno, ser parte de una cadena. Llevan unos 30 años trabajando para la misma empresa, se creen parte de ella. El empresario mediante técnicas empresariales ha logrado hacer sentir a los obreros parte de la empresa. Les ha hecho sentir que nunca les haría algo para perjudicarles, que él mismo les tiene en cuenta. Que son personas y son tratadas como tal. Incluso que forman una gran familia. Pero la realidad es muy distinta, para el empresario los obreros son desechos, son como máquinas que cuando quieren pueden deshacerse de ellas, cuando las considere demasiado viejas, o se rompan. Esas personas lo único que han tenido durante toda su vida es la empresa, aquello gracias a lo que pueden comer cada mes.  Si se les hecha por considerarlas maquinas viejas, y encima se les manda a la calle. Decirme vosotros de que va a trabajar ahora una persona de 57 años que está en el paro, sin un triste euro de indemnización. ¿Cómo va a mantener ahora a su familia? Pero eso no importa, porque la vida de ese señor, y de su familia a nosotros no nos afecta en nada. La codicia es buena, y esa máquina ya no sirve para más, y encima está haciendo que no ganemos todo lo que podríamos ganar. Así que de una patada en el trasero a la calle, y un búscate la vida. No es que necesitemos más dinero, es que queremos más dinero.
No nos podemos fijar en países que tienen una visión del trabajo completamente distinta a la nuestra. Quiero que nos demos cuenta, que en una sociedad, todos somos importantes, desde el gran empresario que fabrica coches hasta el que barre las calles o limpia las tiendas.
Porque somos un círculo, todos necesitamos de todos para funcionar. Si un trozo desaparece, el círculo no puede seguir girando y dejamos de funcionar. Por lo que todos tenemos la misma importancia, y debemos ser tratados con el mismo respeto y dignidad.

Forever Young

No creo que sea capaz de hacer un buen ensayo sobre la juventud de hoy en día, hasta que no deje de ser joven no podré verlo con perspectiva. Los jóvenes por lo general y somos incomprendidos por la sociedad, nos centramos en la búsqueda del amor, la libertad y la felicidad. Aquellos ideales que nos han enseñado los libros y las películas.
Cuando uno es joven y cree que no existe nada imposible, ve una vida entera por delante la cual no ha hecho nada más que empezar. Y te consideras capaz de librar la batalla en solitario de tú contra el mundo. Comparando con juventudes de otras épocas, puede que no busquemos esa ansiada libertad que corría por las venas de los jóvenes de principios del s.XX, ni luchamos por la paz mundial como los jóvenes de los sesenta-setenta, tampoco tratamos de cambiar el mundo, buscando la libertad de expresión, por la que tanto lucharon lo jóvenes de los setenta-ochenta. Todo esto requiere un esfuerzo y un sacrificio que probablemente no estemos dispuestos a realizar.
Los jóvenes, siempre hemos sido criticados por las generaciones antecesoras,  algunos eran demasiado innovadores, otros demasiado idealistas y otros simplemente demasiado liberales. Todas aquellas generaciones consiguieron obtener su cambio. Es cierto que probablemente seamos conformistas, consideramos que todo por lo que lucharon las generaciones pasadas ya lo consiguieron ellos, nosotros nos dedicamos a “vivir de rentas” o como prefieren llamarlo algunos “vivir la vida”. No buscamos objetivos por los qué luchar. Simplemente nos quejamos, y no hacemos nada para remediarlo.
Somos como máquinas, nos dicen cómo debemos pensar, actuar, vestir, y parece que nuestra única ambición es estudiar, no por tratar de cambiar el mundo, si no por ganar dinero. Este aspecto es algo por lo que siento lástima, la pérdida de esa ambición que anteponía el interés general al particular. El ser capaz de pensar libremente, sin importar la aceptación social.
Siento rabia cuando oigo a gente decir que su hobbie es ir de compras, hablar por teléfono, ver la tele. Cuando preguntas por intereses políticos, oyes respuestas como: “¡Qué tema tan aburrido!” y cuando la mayor preocupación es “¿qué me pondré el sábado por la noche?” o “¿cuántas chicas te hiciste el sábado?”, el modo en que se tira la toalla ante cualquier dificultad y se buscan soluciones por el camino del alcohol y demás drogas. Toda la vida hemos oído “di no, aunque tus amigos lo hagan”. Pero qué complicado es decir no, en una juventud donde lo primordial es la aceptación social y los amigos. También oías cosas como: “si son tus amigos no te dejarán de lado”, pero ¿realmente se les podría considerar amigos? El problema dimana sobre todo cuando ves las drogas como la vía de escape a los problemas, por el hecho de que ayuda a no pensar en ellos durante un par de horas, y aquello que comenzó siendo por aceptación social acabe en adicción. La facilidad para conseguir estas, y el hecho de considerarlas como una ayuda en la continua batalla de tú contra el mundo, hace que entres en un círculo vicioso, en el cual muchos de los jóvenes de hoy en día están dentro, y entonces es aquí cuando empieza la sociedad a dejarles de lado y todo empieza a parecerles indiferente. Y aquí es en este punto donde considero que más degenera la sociedad de hoy en día. En vez de ayudarles, les dejan de lado, se ve como algo cotidiano, he ahí donde un joven se da realmente cuenta si a aquellos se les podía considerar amigos. A parte de las drogas, el hecho de otorgar tanta importancia a lo superficial, el aspecto físico, obsesiones por adelgazar, por cambiar aspectos físicos (operaciones plásticas) en la que la gran mayoría de los jóvenes de hoy en día están cayendo.
Y esto te hace pensar: ¿Dónde se esconde ese espíritu luchador, que si los jóvenes no lo tienen, nadie lo tendrá? Es como si se hubiese perdido el interés por las cosas importantes, como si estas hubieran pasado a un segundo plano.
Considero que lo que más ha cambiado ha sido la escala de valores de la sociedad hacia la juventud. En el sentido de que ya no se tiene en cuenta la capacidad de entrega y sacrificio, la amabilidad y la educación de la persona. Si no que se valora el éxito entre el sexo opuesto, y aquel que mayor instinto animal tiene. Así como se ha cambiado el trabajo por una diversión fugaz.

This is me

Yo soy una chica algo escuálida, alta, de ojos castaños y pelo alborotado. Esa podría ser mi descripción física.
A nivel interno, la gente me describe como simpática, alegre, divertida, extrovertida y algo despistada. También podría añadir ciertos adjetivos peyorativos como: orgullosa, egocéntrica, etc., etc.
Pero para ser sincera, no sé cómo soy, en estos momentos puedo asegurar que estoy confundida, no sé lo que quiero, ni ahora, ni en el futuro. Sé que me gustaría saber mucho más de lo que realmente sé, ser algo más culta, más inteligente, tener ciertas ambiciones, y simplemente saber qué quiero hacer cuando acabe la carrera. Pero no lo sé, y me asusta bastante el hecho de acabar la carrera sin saber qué quiero hacer el resto de mi vida.
Ahora mismo todo lo que sé, es que mi vida es algo así como mi pelo, algo alborotada. En los aspectos más básicos, me cuesta bastante abrirme realmente a la gente, y supongo que como me fallan ciertos apoyos, tengo demasiada confianza con la gente más cercana, y es por eso que cuando me traicionan, me afecta más de lo que debería. Para mí, ver en ellos sinceridad es algo muy importante, supongo que no soporto en cierto modo la hipocresía. Al final siempre cansa, y estar rodeada de ella me puede resultar agotador. También, soy una chica que se agobia con facilidad ante la palabra compromiso, y que odia las despedidas.
Soy una persona de ese tipo que solo aprende equivocándose, nunca he temido a la muerte, es algo que no me asusta, supongo que cuando tenga que acabar, acabará. Este hecho hizo que viviera al límite una temporada, por aquel entonces mi lema era “carpe diem”, y no valoraba nada, ni apreciaba a nadie más que a mí misma, pero con el tiempo te das cuenta de que existe vida más allá de ti, y aprendí a valorar las cosas en el momento que carecí de ellas, y descubrí lo mucho que costaba conseguirlas. Aprendí a respetar, y lo que implicaba esta palabra, y lo maravillosa que puede llegar a ser.
Cuando era pequeña tenía muchos planes de futuro para antes de cumplir los 20, por aquel entonces era una inconformista, quería defender los derechos de todos, pretendía hacer algo por el mundo, ser alguien en el mundo. Hace unos meses antes de cumplir los 20 años, me di cuenta de que nada de lo que había previsto se iba a cumplir, ni siquiera cosas tan básicas como estudiar fuera de Pamplona. Es por esto por lo  que no me gusta hacer planes a largo plazo, te creas expectativas muy altas, y luego la caída es más estrepitosa, al no cumplirse. Además, no creo en ellos, puesto que siempre aparece algún factor nuevo que va cambiando el rumbo de las cosas.
Un momento trivial en mi vida, cuando descubrí lo dura que era la vida, el cómo tenías que luchar en el día a día para poder sobrevivir, ese momento en el que en cierto modo perdí la inocencia, aquel momento en el que todo dejó de ser de color de rosa, y aparecieron nuevos colores. Aunque es cierto, que trato de evitar preocuparme por la vida, creo que siempre hay alternativas, en el aspecto de: “si no puedes conseguir algo de una manera, intenta encontrar otra”.  Siempre he sido bastante soñadora, me gusta pensar que la gente no es tan desgraciada y que no se le da excesiva importancia a cosas superfluas. También creo en las segundas oportunidades, opino que todos nos equivocamos, y que si ese error se rectifica hay que tener derecho a otra oportunidad. Además, creo que la vida es algo maravilloso, cosas tan simples como un paseo por un parque a la tarde, ver a los niños jugar, ver la puesta de sol, pasear por la playa, una sonrisa, esos pequeños detalles hacen de ella algo increíble.
A corto plazo, únicamente pienso en acabar la carrera, claro que me gustaría ser alguien de provecho en el futuro, pero por si nunca lo logro, mejor no ilusionarse. Y el único plan que por ahora no ha cambiado, es cómo pasaré mis últimos días: en un pequeño pueblo costero.