Con la experiencia, no sé si suficiente, aprendes de tus errores, a levantarte y tratar de evitar esa maldita piedra con la que siempre tropiezas. Si, parece que esta pegada al suelo y que nunca logras esquivarla, hasta que un día sin darte cuenta la has esquivado. Y piensas: por fin, lo logre! Entonces aparece un agujero y vuelves a caer y te vuelves a levantar, pero esta vez, aunque duele, la caída no es para tanto. Por qué? Porque sabes que la herida se hace postilla y luego no hay rastro de ella. A veces te queda una pequeña cicatriz para que nunca olvides tu torpeza, como mi cicatriz del dedo o la de la pierna. Pero con el tiempo los recuerdas como un bonito recuerdo, e incluso una aventura.
También con el tiempo aprendes a evitar todas las piedras y agujeros, pero entonces te vuelves demasiado cauteloso. Miedo probablemente, si esa es la palabra. Qué palabra tan terrible. Ojalá todo fuera tan fácil como cuando eres pequeño que tienes miedo y te escondes bajo todas las mantas, o te refugias en la cama de tus padres, por no hacer frente a tus pesadillas. Y por qué? Por el miedo que tenemos a hacernos daño, a pasarlo mal, al fracaso. La gente se compra atrapasueños que agarran a los malos espíritus y no dejan que tengas pesadillas.
Fuera del ámbito del sueño la gente calla por miedo, ese miedo que te absorbe y prefieres callar, no decir nada, hacer como si nada pasara. Por qué? Porque con la experiencia aprendes que todo pasa, entonces dejas de vivir pensando que todo pasará, y decides no arriesgar, callar y hacer como si nada pasara. Porque es más fácil hacer como si nada pasase, no hacerle frente.
Y puede que a veces sea un gran error dejar que el miedo te absorba, pero carecemos del valor suficiente para hacerle frente.
Soy una cobarde.
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